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Asociación Cultural ACUDEVA

Los inmigrantes españoles de ayer.Para que no se nos olvide.

http://periodismohumano.com/migracion/apresados-en-venezuela-160-inmigrantes-ilegales-canarios.html

Apresados en Venezuela 160 inmigrantes ilegales canarios

Las historias de los emigrantes españoles del pasado y de los inmigrantes de la España de hoy se fusionan en Canarias este fin de semana

"Cuando me fui dejé a uno de mis hijos con tres meses, cuando regresé tenía tres años"

"Llegar a Argentina fue empezar de cero, no teníamos que pararnos y levantar la mano derecha cada vez que se subía una bandera española"

Han pasado décadas pero sus historias y sus sentimientos no pueden ser más actuales. Los recuerdos de los emigrantes españoles están muy presentes en su memoria y ellos más que nadie saben que no son solo parte del pasado, también son el presente de los inmigrantes españoles.

Los relatos de los que van y de los que vienen van a cruzarse este fin de semana en un homenaje que el Ayuntamiento de Granadilla de Abona hace a los emigrantes canarios. “Muchos de nuestros vecinos y vecinas han sido emigrantes, y la mayoría de los canarios tenemos parientes que han estado fuera. Creemos que era necesario recordarlos porque fueron ellos los que sacaron adelante municipios como Granadilla. El 33 por ciento de nuestra población es de origen extranjero, con este homenaje queremos mezclar las historias de los que se fueron con las de los que están llegando” asegura la Mª Carmen Navarro que es la Concejala de Inmigración.

Al acto están invitadas todas las asociaciones de inmigrantes de la zona. “La idea surgió de una actividad donde coincidieron diez nacionalidades. Hablando entre ellos compartían las vicisitudes de los que salen fuera de su tierra, las historias inmigrantes coincidían con las de los emigrantes canarios”. Como la de Isidro Casanova y Ana Arvelo.

Isidro era agricultor cuando decidió en 1966 irse a Holanda. “Mi situación no era la peor, yo era tomatero y tenía para comer, pero todos queremos progresar. Un día un compañero me dijo que fuéramos a Holanda, aunque yo no había salido de casa ni para ir al cuartel”, dice sonriendo. Pero la experiencia fue más difícil de lo que esperaba, “la vida del emigrante es muy dura. Recuerdo el primer día cuando tenía que comunicarme por señas al bajarme del tren… al principio todo era muy complicado”. Ana y sus dos hijos se quedaron en Canarias. “Sufría mucho, cuando llegaban las cartas lloraba. No era agradable estar lejos de la familia pero me aguanté y estuve 3 años sin venir a España. Cuando me fui dejé a uno de mis hijos con tres meses, cuando regresé tenía tres años”. Isidro empezó a trabajar en una fábrica a pesar de que no tenía los papeles. “Yo tuve suerte, porque dos años después empezaron a pedir contrato a los que llegaban, colocaban un cuño en el pasaporte al que entrara que no llevara contrato de trabajo, diciendo que no podía trabajar y que tendría que irse”.

Mientras, Ana esperaba que a que él pudiese llevarla a Holanda. “Era joven y me quedé aquí con dos niños pequeños. Cuando vino de vacaciones a los 3 años y le dije que o nos íbamos los dos o se quedaba aquí”. Ella se fue pero los niños se quedaron. “Estuvimos 5 años separados hasta que los niños vinieron con nosotros. La soledad de estar sin tus hijos fue lo peor, pero ya sabíamos lo que había cuando lo decidimos”.


(avalom2/Youtube)

Después de 11 años regresaron a Canarias. Cuando se le pregunta a Isidro qué le llevó a volver una profunda nostalgia invade la conversación y las palabras son lentas, como si costara pronunciarlas.  “Mi tierra, mi familia, mis amigos. No hay migrante que esté fuera y no eche de menos a los suyos”. Al final arranca una carcajada “¡Ay, con lo que echaba de menos a mis queridas peñitas!”.

Isidro y Ana volvieron a disfrutar de las peñas canarias. Montaron un negocio y ahora están jubilados. “Hemos viajado mucho pero nada que ver con aquellos viajes a Holanda”. Hoy ven reproducirse su historia, con otros nombres y protagonistas. “Todo el emigrante que sale de su tierra va a pasarlo mal, puede que algunos tengan suerte. La mayoría vienen porque quieren mejorar su situación en nuestro país pero eso no es fácil. La vida del emigrante es salir de tu país sin saber a lo que vas ni lo que te encontrarás, abandonando a los tuyos”. Él lo sabe mejor que nadie.

Manolo López dejó Canarias siendo adolescente. “Nosotros fuimos junto a los andaluces y gallegos las diásporas españolas, es muy duro que ahora haya algunos que no sepan comprender que la gente viene aquí con la ilusión con la que nos fuimos nosotros“. Él marchó en 1951.

Pasó catorce días en la enfermería de un barco que le llevaba a Argentina “porque no había otro sitio”. Tenía 14 años cuando su padre y él se montaron en el barco de nombre Salta donde junto a otras 1780 personas cruzaron el Atlántico. Después llegaron su madre y su hermano. “Mis padres no se fueron por razones económicas sino políticas. Mi familia era de pensamiento progresista, gente de izquierda, y no vivíamos con tranquilidad así que prefirieron marcharse y vender su negocio”, cuenta Manolo que hoy tiene “73 años a la sombra”.

Los cambios fueron para bien, “llegar a Argentina fue empezar de cero, pensábamos como nos daba la gana, no teníamos la hipocresía de tener que ir a la iglesia los domingos para quedar bien con los conocidos, no teníamos que pararnos y levantar la mano derecha cada vez que se subía una bandera española y todas esas cosas. Pasamos de un país ahogado por una dictadura a un país libre”.

(Lacanyada/Youtube)

Allí creció, se casó y tuvo a sus hijos. Pero cuando llegaron los tiempos de la dictadura argentina de Jorge Rafael Videla fue él quien tomó la misma determinación que sus padres. “Hubo unos tiempos en Argentina en los que ser joven y tener cierto tipo de pensamiento era ser un subversivo. A mi hijo lo cogió un día la policía, lo metió en un jeep y le hicieron de todo, incluso simulacros de fusilamiento. Cuando lo encontré lo metí en un barco rumbo a Canarias”. Eso fue en el 77, vendió todo lo que tenía y se vino a España con su mujer y su hija.

Sus hijos son ahora los emigrantes y los que han pasaron por el mismo proceso que el padre. “Mi hijo vino con 18 años aquí, ahora quiere mucho a Canarias y está muy cómodo pero vivió de entrada el rechazo por ser “sudaca” como muchos llaman peyorativamente a los suramericanos. Él es raro el año que no se va a Argentina por lo menos un mes. Mis hijos son tan argentinos como canarios, como yo”.

Manolo ha vivido una de doble migración, “de ir para allá y volver de emigrante a mi tierra, lo mío son como dos emigraciones, o inmigraciones dependiendo del lado del Atlántico desde el que hables, y eso me ha permitido conocer de primera mano los flujos migratorios”. Ha creado junto a otros emigrantes canarios y argentinos la Asociación Martín Fierro.

“Los inmigrantes en este país han hecho los trabajos que no querían hacer los españoles, han cobrado menos, han trabajado más horas y han tenido menos derechos, se ha abusado de ellos y se les ha explotado. No digo que no se haya hecho lo mismo con los españoles en otro países, pero hay que aprender de la historia y eso no justifica que nosotros lo hagamos ahora”, habla la voz de la experiencia.

6 comentarios

  1. Pampa

    Interesante apelación a la memoria de un pueblo que se mantiene silencioso ante los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) que sigue construyendo España, ante la locura de encerrar 60 días a las personas inmigrantes que no tienen su situación regularizada, ante las rdadas racistas de la policía. Hay que tener memoria, y hacer que la memoria se convierta en acción… memoria sin acción es recuerdo, memoria con acción es cambio.

  2. Xosé A. López

    Lo que manda cojones es esa gente que es capaz de echar pestes porque ahora viene gente a vivir (y a trabajar, y a cotizar, y a soñar con volver algún día a su tierra con el dinero suficiente para no tener que huir otra vez) en España y cuando les recuerdas que todos tenemos familia en Suiza o Argentina dicen “sí, sí, pero nosotros nos íbamos con el contrato y todo arreglado, no como todos estos”. Ojalá leyeran un poco más cosas como tu reportaje, que me ha encantado, por cierto.

  3. Nestor Hormiga Candame

    Muy bueno el artículo. Y con respecto a esos que afirman que llegaban a América con contrato de trabajo les digo que “algunos” venían con contrato. La gran mayoría llegaba ilegal y esto lo dice un descendiente de canarios cuyo abuelo entró de polizón y su abuela murió a los 92 años en Montevideo siendo una ilegal que se dio el lujo de tener 13 hijos y jamás fue molestada por las autoridades uruguayas….El problema es cuando los gobiernos ineptos le echan las culpas a los inmigrantes por la falta de trabajo y los burros e ignorantes les creen….

  4. [...] "Apresados en Venezuela 160 inmigrantes ilegales canarios "  periodismohumano.com/migracion/apresados-en-venezuela-160-in…  por Davintxi hace 2 segundos [...]

  5. Bonito artículo, es curioso como la gente olvida por qué sus familiares se fueron de un país amado para ir a uno desconocido, y que, probablemente, o no, gracias a que se largaron de la injustica de su propia nación, ellos pueden contarlo. La gente que se va de su país no lo hace con gusto, así que no creo que tengan en mente dejar a todos sus seres queridos en su tierra para venir exclusivamente a “robarnos el trabajo”, como dicen los perezosos pijos que no trabajarían jamás de barrenderos.
    en fin, les invito si lo desean a pasar po mi blog y ver algunos datos sobre la emigración española.
    un saludo!!
    http://pipasdecoco.wordpress.com/2010/01/24/inmigrantes-somos-todos/

  6. EL DERECHO A LA INMIGRACIÓN. Dicen los “entendidos” que el Art. 13 de la Declaración de los Derechos Humanos solo recoge el derecho a salir de un pais y de volver a entrar en el mismo, pero no a entrar en otro pais. ¿Como se puede tener derecho a salir de un pais solo para volver a entrar? Eso es absurdo, inutil, hay que reinterpretar esa Declaración, o volver a redactarla. Si no tenemos derecho a inmigrar, si estamos condenados a vivir, donde no podemos sobrevivir, es que no tenemos derecho a la vida. Sin derecho a la vida, todos los demás derechos sobran.

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